Los años bisiestos tienen 366 días, uno más que los ordinarios. Ese día extra se añade en febrero, que pasa a tener 29. Así se corrige un desfase en la duración real del año, que es de 365 días y 6 horas aproximadamente, y cada cuatro se suman 24 horas más. En 46 a. C., Julio César,
que admiraba el calendario egipcio, encargó al astrónomo Sosígenes que
ideara uno para Roma. Aquel calendario, denominado Juliano, tenía 365
días más un día suplementario cada cuatro años (el bisiesto), en
febrero, último mes del año romano. Cuando en 1582 el Papa Gregorio XIII
lo reformó, quedó establecido que cada 4 años se agregara un día a
febrero excepto en los fines de siglo que no fueran divisibles por 400.
Fíjate que eso no lo sabía.
ResponderEliminarEs interesante. Cada día podemos aprender nuevas cosas.
ResponderEliminarEso mismo Mario cada día aprendemos cosas nuevas.
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